sábado, 27 de junio de 2020

Testimonio de Berta Sánchez Luque: “Me ha cambiado la vida”

Cuando uno piensa en Enfermería se vienen a la cabeza imágenes de agujas, vendas, curas y una dedicada labor de asistencia tanto a pacientes como a personal médico. Sin embargo, esta rama sanitaria es más amplia y compleja que la visión tradicional que tenemos. Es el caso de la Enfermería Transcultural, en cuyo marco ha realizado su TFG Berta Sánchez Luque, en Arequipa, Perú, y que presentó hace solo unas semanas obteniendo también una Matrícula de Honor. “Esta experiencia me ha cambiado la vida. Sé que es un tópico decirlo, pero es la verdad”, nos cuenta Berta, que transmite con su voz el compromiso y la intensidad de quien ha encontrado su vocación en la vida. “Yo quería hacer un voluntariado e irme lejos a hacerlo, quería meterme en la piel de las personas a las que ayudaba”, relata Berta. “Como soy estudiante no podía pagarme el avión, aunque he hecho algunos trabajos puntuales mientras estudiaba, no me daba para pagar el programa. Me enteré por dos compañeras de clase de la beca de la UCO y me informé. En Córdoba contacté con la ONG Setem, que fue el enlace con la organización de Perú, que se llama CIRCA. Hice primero un curso de formación sobre cooperación y solidaridad, para prepararme para ir de voluntaria internacional. Me sirvió mucho y ahora soy yo voluntaria de Setem”, relata. Y es que Berta se ha “enganchado” al mundo de la cooperación internacional a raíz de su experiencia en Perú.



Su TFG “Cuidados y crianza de niños y niñas en Arequipa, Perú: una aproximación etnográfica desde Enfermería” lo ha desarrollado en una de las casas de acogida que la organización CIRCA tiene para niños en situación de vulnerabilidad (maltrato, peligro de abandono, abusos, pobreza, etc.). Allí viven en régimen de internado. “En mi casita vivían unas 30 niñas de 6 a 12 años”, explica Berta. “He realizado un proyecto de enfermería transcultural, que postula que los cuidados que tú le das a una persona no pueden ser iguales para todos, pues cada cual tiene unas necesidades diferentes y una concepción de salud y enfermedad diferente”, relata. “Con mi proyecto he intentado crear un modelo de estudio para entender lo que la persona cree que es en su entorno: lo que ella cree que es la salud y los cuidados… es como acércate a los elementos del entorno de esa persona para tú saber qué cuidados necesita. La enfermería transcultural se basa mucho en lo que es la etnografía. En mi proyecto diseñé una entrevista para las niñas y ver qué pensaban ellas en torno a 6 dimensiones (biológicas, comunicativas, espaciales, de organización social, control del medio y temporales). Quería estudiar a las personas que no tienen tanta voz, por eso se he mandado a CIRCA para que tengan en cuenta la voz de esas niñas: qué sienten, qué piensan, etc. Me gustaría que ese modelo se pueda reutilizar en otros contextos”, explica orgullosa Berta. 

Estuvo en Arequipa de junio a septiembre de 2019, junto a otra compañera de Enfermería. Fueron tres meses intensísimos en los que ha realizado numerosas tareas, además de su investigación. “Estuve trabajando todo el tiempo. Por las mañanas daba clase sobre primeros auxilios en los colegios de la organización -CIRCA tiene 37 colegios y 7 casas de acogida-, desde higiene de manos y boca, hasta qué hacer con quemaduras, maniobras de atragantamiento, hemorragias… Por la tarde ayudábamos a las niñas con las tareas y también visitábamos las otras casitas de acogida. Cada día hacía una entrevista a una niña y por las noches escribía en el cuaderno de campo. Los sábados hacíamos una revisión básica de salud. ¡Llevaba muchas cosas a la vez y tres meses se pasan volando!”, rememora con nostalgia.

En el caso de Berta, la implicación emocional con las pequeñas ha sido total. “Cuando llevas una semana allí te das cuenta de la enorme responsabilidad del trabajo. ¡De repente me vi dando clase en un montón de colegios y cuidando a 30 niñas!”, dice entre risas. “A mí me ha cambiado muchísimo. Cuando vivía en Córdoba me preocupaba mucho por cosas como la ropa o el maquillaje”, confiesa otra vez riendo. “Luego, llegué a Perú y me vi viviendo con 30 niñas que no tenían prácticamente nada: una muda de ropa y daban gracias si cenaban… En los tres meses que estuve allí intenté adaptarme al máximo al estilo de vida de esas niñas”. Una implicación así, a pesar de aportar tanta felicidad, también pasa factura. “Cuando volví a España estaba rarísima, no me adaptaba. Ahora lo recuerdo con más felicidad, pero a la vuelta no podía parar de llorar, sentía mucha impotencia”, explica Berta. “Mi amiga enfermera con la que me fui y yo éramos prácticamente las únicas que les dábamos cariño a las niñas. Cuando estaba haciendo el estudio y les pedíamos a las niñas que eligieran una persona en el mundo a la que abrazar, ¡ellas nos elegían a nosotras! Al volverme, yo pensaba, ¿y ahora quién las acuesta y les da las buenas noches? Esa era una rutina que mi amiga Marta y yo teníamos. Acostábamos todos los días a las 30 niñas y tardábamos una hora y media cada día en ir a dar las buenas noches a cada niña. ¿Y quién las cuida ahora cuando estén malitas? El concepto de salud allí es muy precario o más bien diferente al nuestro, y eso es parte de lo que se aprende con la Enfermería Transcultural. Si una niña tenía 39 de fiebre lo normal es que estuviera sola, y mi instinto era quedarme con ella todo el rato hasta que mejorase. En fin, ha sido el mayor aprendizaje de mi vida”, explica muy emocionada.



Berta está ahora preparando el examen del EIR (Enfermera Interna Residente). Quiere ser matrona. “En cuanto me examine del EIR quiero volver a Perú para ir a verlas”, afirma con rotundidad. “Cuando termine mis dos años de residencia como matrona me gustaría trabajar en cooperación al desarrollo en el campo de la salud”, sostiene. “Me veo trabajando en Perú en un futuro. Es un como una bola, ¿sabes? Yo vengo transformada después de haber conocido esto. Por tanto, ahora quiero que otros estudiantes puedan vivir en primera persona lo que he vivido yo. Lo recomiendo al 100%”, subraya.

Berta Sánchez también ha aprendido a resituar sus prioridades. “He aprendido lo que es un problema de verdad y que es increíble que con todo lo que tenemos aquí no seamos felices. Aquí siempre pensamos en lo que nos falta. Me he dado cuenta de la inmensa suerte que tengo con mis padres, con mis estudios… y también ha aprendido que realmente podemos ayudar”.