Hola amigos y amigas, de vuelta en España os dejo mi última reflexión.
Esta experiencia ha superado todas las expectativas posibles a cerca de la Cooperación Internacional. Siempre he tenido mis inquietudes sobre el voluntariado en un plano más internacional pero hasta que no lo he realizado, no me he dado cuenta de lo importante que es para una persona, implicada en la justicia social y defensa de los derechos humanos, este tipo de experiencias.
Esta experiencia ha cambiado mi
visión del mundo, mi visión de la vida, he crecido como persona, he recuperado
valores humanos que en este mundo occidental, con forma de laberinto sin
salida, se han perdido y he sentido emociones, ocultas en la vida occidental,
que sólo conocía en la teoría.
He sentido esta experiencia
como un proceso de transformación humana, pasando del inmovilismo, consumismo, individualismo y otros “ismos” (este sufijo indica separación,
partidos, sistemas) a la oportunidad, generosidad, comunidad y otras “idades”
(este sufijo indica cualidad). He encontrado el concepto de humanidad sin
ninguna contaminación política, donde prima la lealtad por encima de la
ideología, donde prima la interculturalidad por encima de la discriminación y
donde no hay prejuicios sociales por la raza, religión o aspecto físico.
Igualdad y respeto están presentes en el primer plano de la vida amazónica. No
hay jerarquías de poder, su estructura es horizontal, y cada decisión es
consensuada por la comunidad. No hay pobreza, entendida como carencias de lo
necesario para vivir dignamente. Existe la felicidad y no existen los
indignados. La naturaleza es su casa, es algo prestado, y por eso la cuidan
como si fuese suya para dejarlo todo en las mismas condiciones a sus hijos y
nietos. Respetan el hoy, pensando en sus descendientes del mañana.
He conseguido despojarme de mis
raíces y adentrarme en otras tierras llenas de cultura y valores fundamentales.
He absorbido todas sus riquezas y ahora sus frutos se han convertido en sabias
experiencias y en un crecimiento personal. He conocido un estilo de vida
ejemplarizante, que me ha hecho ampliar mis horizontes y aumentar aún más mi
sensibilidad por los más desfavorecidos.
Esta experiencia ha definido,
con más claridad, mi camino profesional y personal, rescatando la ilusión y la
motivación por la defensa y lucha de los derechos humanos.
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