Un abrazo para todos y todas. ¡Hasta pronto!
sábado, 6 de agosto de 2016
La llegada
Hola a todos y a todas. Ya me encuentro en tierras peruanas. Llevo algo más de 48 horas fuera de España y todo
ha sido muy emocionante. Las 12 horas de vuelo fueron ilusionantes y provechosas. Entre las charlas, con mi
compañera de asiento, coordinadora de un colegio privado, sobre la educación en
Perú, sobre el actual sistema político, sobre la gastronomía del país y otros
temas de interés, entre las diminutas
comidas que nos servían, alguna película a medio dormir y un poco de lectura
sobre la última novela de su ilustre
premio nobel, Vargas Llosa, quien refleja la sociedad peruana de los últimos
meses de la dictadura de Fujimori y Montesinos, hicieron de mi viaje adentrarme
en el maravilloso pasado y presente de este magnífico país que tanto me queda
por descubrir. Tras el nerviosismo
aduanero, un soplo de alivio sentí cuando leí mi nombre en un cartel que sostenía
Samuel, entre la multitud, secretario del Vicariato Apostólico San Ramón y de
Cáritas Atalaya, organizaciones responsables del proyecto de la Universidad
Indígena de Nopoki. Al salir del
aeropuerto, el choque cultural fue descomunal. El cielo de Lima gris panza de
burro, bautizado igual que el norte de Gran Canarias, el caos en la carretera,
no os lo podéis ni imaginar, los pitidos del claxon no paraban de sonar, la
venta ambulante en los semáforos, la pobreza en las calles y el anochecer
anticipado, en concreto sobre las 18:00 horas, hicieron que mis ojos se
abrieran al máximo a pesar del cansancio y el jet lag. Después de varias
gestiones y una cena con la familia de Samuel, por cierto un hombre muy amable,
servicial y atento, me dejó en la estación de autobuses para coger un bus-cama
nocturno y llegar a San Ramón, pueblo de entrada a la selva, donde me alojaría
durante unos días hasta que los alumnos de Nopoki volviesen de sus vacaciones. Tuvimos
tiempo de conversar sobre varios temas interesantes pero me quedo con la última
conversación antes de subir al bus. Para Samuel, el concepto de propiedad es
cuando compartes con alguien esa pertenencia o ese bien, señal de que tú
controlas lo que tienes y no al revés, sentirte esclavo o controlado por dicha
pertenencia. Con esta reflexión y un curioso documental sobre los fiordos
noruegos, me quedé dormido en el impresionante bus cama. Al abrir los ojos,
estaba amaneciendo y nos encontrabamos en el punto más alto de Los Andes,
alrededor de los 4.000 metro de altitud.
Me sorprendió como subían mujeres mayores al bus durante las paradas
establecidas en los pueblos de montaña para venderte panes de sierra y arroz
cocido. De ahí hasta llegar a San Ramón, la estampa era impresionante, como se
apreciaba el contraste de sierra, altos cerros poblados de vegetación y el surco del río Tulumayo dando comienzo la
ceja de selva peruana o selva alta. Con esa imagen y una charla con mi
compañero de asiento, de origen peruano pero afincado en Madrid por su trabajo
de relaciones internacionales, sobre el fin de la normalización, aunque todavía
siguen apareciendo casos, del maltrato infantil y maltrato a la mujer, llegue a
San Ramón, primer pueblo de entrada a la selva peruana y lugar habitual de
parada. Y aquí estoy, con una habitación maravillosa con cuarto de baño
incluido, en una casa del Vicariato Apostólico San Ramón, conociendo a gente
muy amable, muy comprometidos con la ayuda al prójimo como la Madre Esperanza
que consiguió personalmente que Fujimori creara una nueva prisión en La Merced,
municipio cercano a San Ramón, para acabar con el hacinamiento de los presos,
aunque actualmente sigue habiendo este problema por el aumento del número de
internos. Me están tratando con mucho cariño y esperando para viajar otras 9 o
10 horas hasta llegar a Atalaya donde se encuentra la Universidad Indígena de
Nopoki y donde me pondré al servicio de la dirección técnica para llevar a cabo
mis funciones de cooperación al desarrollo. Me llama la atención que aquí no
miden las distancias en kilómetros sino en horas por las dificultades de las
carreteras. Por último, quería contaros una comparación y a su vez una
reflexión interna que me contó, hace unas horas, un chico peruano de 16 años,
proveniente de una familia desestructurada, que he conocido en la casa, y quien
dice que su vida se asemeja a un ”huayco”, desprendimiento de montaña en idioma
quechua, porque igual que se derrumba con el tiempo vuelve a su normalidad, al
final todo vuelve a su ser por su propia naturaleza. Con esto me despido hasta
que me instale en el lugar de destino.
Un abrazo para todos y todas. ¡Hasta pronto!
Un abrazo para todos y todas. ¡Hasta pronto!
Qué bonito Rafa! Muchas gracias por compartir tus emociones con los que estamos aquí.
ResponderEliminarTe seguimos en la distancia.
Que disfrutes mucho tu estancia, seguro que si!
Un abrazo
( Marta)
lo felicito no lo conozco,pero creo que lo que hace por la educacion es gratificante,Dios lo recompenzara. saludos
ResponderEliminarEse Esdras!! estas en todas compadre!.
EliminarKathy
Qué bonito, Rafa. Muchas gracias por escribir. No sabes cuánto me alegro. Escribe cuando puedas.
ResponderEliminarUn abrazo,
Rocío
Rafa, gracias por compartir estas experiencias.. no te imaginas el recocijo que me haces pasar con cada una de las descripciones que haces de amada tierra El Perú, lo describes y es como si lo estuviera viviendo... me encanta! y si te lees Lituma en Los Andes, comprenderas mas sobre el "Huayco", por cierto, me tienes que dejar "Cinco esquinas" cuando vuelvas! un abrazo y nos vemos a tu vuelta!
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