jueves, 9 de octubre de 2014

Visitas a las familias

Otro día más madrugando, a las 8 empezamos a trabajar. Aunque aquí es de día y hace calor desde las 6 de la mañana, así que casi no cuesta. Hoy toca ir a las casas de los chavales. Una o dos veces a la semana visitamos a las familias del grupo con el que trabajamos, intercambiando información que nos sea de utilidad a nosotros y también a ellos. Cuando los ves llegar al centro en el que trabajamos, tan contentos y tan cuidadosos con su ropa y su aspecto, te cuesta creer en las condiciones que viven. Desafortunadamente es un barrio de calles sin pavimentar y basura dispersa, en el que hasta ahora no se ha empezado a instalar el servicio de aguas negras. Por si fuera poco la delicuencia de la zona les obliga a que siempre haya alguien en casa para que no les roben, y también por la misma razón rodean sus pocas pertenencias de muros hechos con lo que pueden, muchas veces con lo que encuentran en la basura. No se puede decir que sea una vida fácil o cómoda. Según cifras de la ONU más de 1000 millones de personas en todo el mundo carecen de una vivienda adecuada y más de 100 millones no tienen hogar. El Derecho universal a una vivienda digna y adecuada aparece recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 25, apartado 1 y en el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Queda mucho trabajo hasta conseguir que sea una realidad. La pobreza, y la inseguridad consecuencia de la misma, no son sólo una cuestión de mala suerte. Éstas surgen también por decisiones de gobiernos, empresas y organismos internacionales. No olvidemos que este tipo de proyectos sociales, la cooperación y el voluntariado solucionan problemas concretos, que no es poco, pero no conseguiremos cambios estructurales sin activismo político.


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