¡Kitejeri! Buenos días en lengua Ashéninka.
En esta ocasión he tenido la oportunidad de conocer a la
población Ashéninka de la Amazonía peruana ubicada en el Gran Pajonal, lugar
histórico y místico para el pueblo indígena. Esta cadena de montañas ha sido
lugar estratégico de reunión y resistencia a miserables actos de explotación,
opresión y racismo hacia el pueblo indígena de la selva central. Desde mi
llegada a la Universidad de Nopoki he estado leyendo la Sal de los Cerros, un
ensayo histórico-social, de Stefano Varese, antropólogo peruano, donde revela
el mundo cultural del pueblo indígena situando la obra continuamente en el Gran
Pajonal. Por ello, durante mi entrada a estos cerros en camioneta, podía ver y
sentir el escenario de la gran rebelión liderada por Juan Santos Atahualpa, el
Mesías para el pueblo indígena, ante los ataques persistentes de conquistadores
o colonizadores en una lucha desigual. Este indio serrano del Cusco proclamó un
manifiesto revolucionario, sin violencia, justificando su rebelión y reuniendo
a todos los indígenas de la selva central en el Gran Pajonal. Sus actos se
percibían como una inspiración mística, es decir, un revolucionario religioso
más que un revolucionario social en busca de poder. Este líder espiritual
consiguió para los indios montañeses una unidad antes desconocida y despertó en
ellos un sentimiento de libertad e independencia. Para los indios que conservan
el recuerdo de esta rebelión, Juan Santos, no ha muerto nunca, “desapareció su
cuerpo echando humo” como cuenta la historia.
Los motivos de esta salida han sido diferentes. Hemos
llevado material escolar a las escuelas de las comunidades nativas, hemos
informado a los alumnos/as de los últimos cursos de secundaria, sobre la
existencia de la Universidad de Nopoki y la posibilidad de continuar sus
estudios, y hemos defendido diplomáticamente el reconocimiento del idioma
Ashéninka, aún no reconocido por el Ministerio de Educación. El trato recibido
por la familia que gestiona el magnífico albergue de Oventeni, donde hemos
dormido, ha sido excelente. Llegué con problemas estomacales, después de haber
pasado mi primera intoxicación alimentaria, y he regresado como nuevo. Sólo se
me ocurren palabras de agradecimiento.
También he podido descubrir, in situ, el contraste entre los
diferentes pueblos indígenas. He percibido en las comunidades Ashéninkas del
Gran Pajonal, mayor índice de pobreza. No disponen de los mismos recursos
naturales que otras zonas de la Amazonía. Prevalece el consumo de la planta de
yuca, cocinada o como bebida fermentada (masato) e insectos para sobrevivir. Los
Ashéninkas con más aptitudes disponen de ganado vacuno, plataneras y café. A
pesar de este modo de vida, deficitario desde un punto de vista occidental, la
hospitalidad y la generosidad siempre han estado presentes en nuestra visita. Ha
sido asombroso también poder ver como transportan la yuca, toda la familia,
durante horas o días, de un lugar a otro, por los cerros del Gran Pajonal. Son
pueblos luchadores y nómadas que van cambiando de lugar en función del terreno
de cultivo (chacra) y otras causas de carácter social y religioso como el
fallecimiento de un miembro adulto de la familia. La historia refleja como los
pueblos indígenas han sido golpeados por una suma de calamidades como la esclavitud,
los ataques terroristas, la invasión de territorios, la pérdida de identidad
cultural y actualmente el tráfico de menores para explotación sexual. Siempre han estado en un segundo plano para
el resto de la sociedad.
¿Hasta cuándo?, me pregunto, mientras voy conociendo
el pasado y presente del universo indígena. Tengo la sensación que estos pueblos
nunca han sido respetados. Ahora empiezo a comprender mejor por qué nace el
proyecto Nopoki. Esta Universidad Intercultural ofrece la oportunidad de mejorar
los conocimientos administrativos, agrarios y educativos, trabajar la madera y
la artesanía textil, respetando la identidad cultural y todo ello, en su propio
idioma. Es un proyecto que busca el etnodesarrollo de los pueblos indígenas y
abandono de las flechas. Su misión es capacitar al indígena para la defensa,
desarrollo y toma de decisiones en asuntos de diversa índole que afectan de
primera mano a estos pueblos.
En correlación con la defensa de los pueblos indígenas, me
gustaría terminar citando el artículo 32 de la Declaración de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas: “Los pueblos indígenas
tienen derecho a determinar y elaborar las prioridades y estrategias para el
desarrollo o la utilización de sus tierras o territorios y otros recursos”.
¡Respetemos este derecho! Ahora les toca a ellos…
¡Jatana! Adiós en idioma Ashéninka.
Os sigo desde que mi amiga Carmen se incorporo a esta aventura solidaria y fascinante....si la ves dile que escriba en el blog...y que os vaya fenomenal. Cuidaros mucho. Un abrazo, Susana
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