lunes, 24 de octubre de 2016

¿Que hace un voluntario en Nopoki?


Con tanto viaje, aventura y exotismo que hemos descrito anteriormente, uno seguramente se pregunta: ¿pero qué viene a hacer un voluntario en Nopoki? Es una pregunta que también nosotros nos hemos hecho. Regularmente.
En primer lugar, el que viene con un plan A, que no se olvide el plan B, y preferiblemente el resto del alfabeto también. Lo que se necesita sobre todo son ganas de chambear (trabajar), la capacidad de improvisar, mucha paciencia y un buen sentido de humor. Aquí, el concepto de tiempo es distinto. Un día le preguntamos a Saúl, nuestro profesor de Shipibo como se decía: “Perdona, llego tarde” en su lengua. Se nos quedó mirando, pensativo, y sacudió la cabeza. “No lo sé,” sonrió. Lo mismo vienen a recogerte del aeropuerto con un día de antelación, como que te dejan plantado en la lluvia con la puerta cerrada. Y la respuesta a cualquier propuesta suele ser un afirmante “Hn hn”. Escrito “Jenjen” en Shipibo significa “sí”, pero en la boca de cualquier otro, Dios sabe que será…
Lo primero que propusimos fue un curso de Inglés intensivo, con el que empezamos ya el primer lunes por la tarde de 4:00 a 5:30, y con el que hemos seguido a diario desde entonces. Comenzamos con cuatro profesores y Wilmer, el director, que para sorpresa de todos, tampoco se corta para cantar con los demás. Poco a poco se apuntan mas interesados. Al ya ser bilingües, los estudiantes captan y vocalizan los sonidos rápidamente. Como material audio visual, contamos con una pizarra, un portátil reciclado y unos pequeños altavoces que solo funcionaron el primer día. Cañon solo hay en la base militar a un día de viaje, y aire condicionado la rara vez que sopla el viento. Para las escuchas nos amontonamos todos alrededor del portátil para compartir sudor.
Asistimos a algunas clases de lengua para apoyar los estudiantes en temas de gramática y redacción, además de algo de higiene postural y técnicas de relajación. Y después de las comidas solemos dar una vuelta por las mesas de los alumnos para ver con que tarea están y que ayuda necesitan, sobre todo en lengua castellana y matemáticas.
A petición de la dirección, también comenzamos con un taller de redacción en castellano para el profesorado, especialmente para aquellos que imparten su lengua nativa. Ponemos manos a la obra con Darinka, buscamos modelos de expresión en internet e intentamos simplificar ciertas pautas gramaticales para conseguir una buena expresión libre de errores. Carmen se basa en el esquema que se usa en E.O.I. y en la técnica de la lluvia de ideas con su arañita, que es fielmente copiada por todos los profesores. La primera tarea, redactar una opinión sobre la Educación Bilingüe en la Amazonia Peruana, no solo aporta sorpresas gratas, sino que desata también una interesante discusión.
Visitamos las dos bibliotecas, para ver si había algo que hacer. La de la Universidad es pequeña, pero cuenta con bibliotecaria y está bien organizada. La del albergue, que es del Vicariato, depende de donaciones y apenas tiene estanterías. La interculturalidad bilingüe queda curiosamente patente con una extensa colección de libros en alemán, apilados por donde han caído, y recibidos gratamente por la comunidad de gallinas, que ponen sus huevos y otros mementos entre las páginas de Goethe y Freud. Cuenta además con dos cachorros recién nacidos que se menean y mean por ahí, una delegación de gatos de paso y una fauna variopinta de bichos aún por clasificar. Parece el arca de Noé, hundido en un mar de polvo. Con equipo minero, seguramente se descubrirán joyas literarias, pero tuvimos que aplazar el proyecto de catalogación por falta de trajes Fukishima y un lanzallamas.
Más éxito tuvimos en el botiquín del albergue. Solo contaba con una gallina y cuatro huevos, un puñado de arañas y una salamanquesa. Los medicamentos estaban ordenados por cantidad de polvo acumulado, por no hablar de dos enormes cajas llenas de donaciones de a ver de dónde y cuándo. Carmen se pone guantes y entre grito y grito con cada nuevo bichaco que aparece, localiza las pastillas de infarto. La mesa central rápidamente desaparece bajo una montaña de medicamentos caducados, algunos desde hace tres años. Cuesta varias visitas, una lumbalgia y varios ataques de asma, pero ha quedado niquelada. Por ahora….
Con unos alumnos tengo pendiente hacer un taller donde se elabora un proyecto, para ver las distintas fases de definición, planificación, presupuesto, etc, aunque ya que se han dado cuenta que son ellos los que van a hacer el trabajo y no yo, parece que ha disminuido algo el entusiasmo...


 El botiquín a medio ordenar.

4 comentarios:

  1. Uffc...vaya pregunta!!!
    Mas que lo que hace un voluntario...habria que decir que es lo que no hace un voluntario.!!!!
    Basta leeros, compartir y sembrar ilusion.... que luego se multiplica.
    Mucho animo, un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buena contrapregunta la tuya, gracias por tus palabras

      Eliminar
    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

      Eliminar
  2. ¿Qué hace un chico cómo tú en un sitio cómo ése? Se preguntarían por aquí más de uno/a.
    Pues "eso" todo o nada, a la vez....es la respuesta más acertada desde mi punto de vista.
    ¡¡¡¡¡chapeau!!! por todos/as.
    La hermana de la voluntaria.

    ResponderEliminar